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La escalera de consciencia del aprendizaje

La escalera de consciencia es un modelo desarrollado por los psicólogos Joseph Chilton Pearce, Seymour Epstein y Michael C. Graham. Estos autores describen los diferentes niveles de consciencia que una persona puede experimentar al aprender una nueva habilidad o tarea en cualquier ámbito de la vida.

Cada nivel de consciencia implica un grado diferente de conocimiento y dominio de la habilidad o tarea en cuestión. La idea es que a medida que una persona aprende y se desarrolla en una nueva aptitud, sube por la escalera de consciencia y alcanza un nivel cada vez más alto.

Tanto en el fútbol como en otras actividades o deportes, se considera que todo lo que hacemos lo realizamos de manera consciente y voluntaria. Y es que de hecho, sin consciencia, no hay aprendizaje, no hay progreso, ni hay evolución.

Sin embargo, las mejores habilidades humanas se realizan desde el subconsciente, pudiendo resolver situaciones hipercomplejas de una forma asombrosamente eficaz mediante el uso de estas (Seymour y O’Connor, 1992). Son muchos los autores que afirman que nuestras mejores habilidades son subconscientes, y en el fútbol se utilizan muchas de estas.

Entonces, durante el proceso de adquisición y dominio de cualquier habilidad, todo jugador pasa por un proceso que denominamos escalera de consciencia del aprendizaje, la cual está compuesta por cuatro peldaños o fases: el subconsciente inhábil, el consciente inhábil, el consciente hábil y finalmente el subconsciente hábil (MBP, 2014 adaptado de Seymour y O’Connor, 1992).

Escalera-consciencia 1

** Figura 1: Escalera de consciencia del aprendizaje. Fuente MBP

Vamos a ahondar en cada uno de los niveles:

1. El primero de ellos es el subconsciente inhábil. En este primer peldaño, el individuo no es consciente de que precisa de unas determinadas habilidades. Es decir, carece de ellas y no lo sabe (Muñoz et al., 2011).

2. El segundo nivel es el consciente inhábil. Esta vez, el futbolista se da cuenta de su falta de habilidades y conocimientos para resolver una situación concreta, pero todavía no tiene la capacidad de corregirlas de manera efectiva  (Muñoz et al., 2011).

Una vez se ha llegado al consciente inhábil, su proceso de aprendizaje aumentará considerablemente, ya que ahora sí será consciente de que debe aprender dicha habilidad para mejorar su juego y consecuentemente pondrá todo el énfasis en lograrlo con la ayuda y guía del entrenador y las tareas de entrenamiento que le proponga.

3. El tercer peldaño es el nivel consciente hábil. El jugador ha adquirido las aptitudes y conocimientos necesarios para jugar bien al fútbol, pero todavía necesita ser consciente de lo que está haciendo para poder llevarlo a cabo de manera efectiva  (Muñoz et al., 2011).

4. Finalmente, tenemos el nivel subconsciente hábil. El individuo ha adquirido las habilidades y conocimientos necesarios para jugar bien al fútbol y puede realizarlo de manera efectiva sin necesidad de estar consciente de lo que está ejecutando en todo momento  (Muñoz et al., 2011).

Es importante tener en cuenta que los futbolistas pueden experimentar diferentes niveles de conciencia y percepción en los diferentes fundamentos relacionados con el juego. Por ejemplo, un individuo podría estar en el nivel subconsciente hábil en un aspecto del juego, y al mismo tiempo estar en el nivel consciente inhábil en otro elemento.

En conclusión, la escalera de consciencia, según Seymour y O’Connor puede ser aplicada al fútbol para ayudar a los jugadores y entrenadores a comprender mejor su propio desarrollo y mejorar su rendimiento en el campo.

Al dividir la escalera en cuatro niveles, los jugadores y entrenadores pueden identificar en qué nivel se encuentran y trabajar para mejorar sus habilidades y conocimientos.

Por lo tanto, nuestra labor como entrenadores será poder despertar la consciencia de nuestros futbolistas entorno aquello que no realizan correctamente, entrenarlo adecuadamente, sumar experiencias, y lograr que el jugador domine el máximo de contenidos y consignas posibles desde el subconsciente hábil. Gracias a todo ello, conseguiremos lograr que resuelvan situaciones de juego que se le presentan sin prácticamente tener que prestar atención a la habilidad en sí (MBP, 2014).

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